"Hay quien se olvidará, te llevará una flor, pasará un sábado...y después, silencios"
Hay muchas formas de ser o no ser valiente; uno no es valiente por soportar durante un tiempo a un demonio revolverse en las entrañas, porque es algo que la vida decide por sí misma interponer en tu camino y no tú; Uno es valiente cuando callar ante los que le importan su agonía para no preocuparlos, por sonreír amargamente, por simular no comprender nada, por fingir no ver las pupilas turbias de los ojos que los miran. Por aparentar no saber en qué planta del hospital se está, por apagarse en silencio. Uno es valiente cuando tiene el valor de mirar a los ojos a la muerte, y tú lo tuviste.
"No somos nada sin fantasía"
La verdad es que no sé cómo empezar esto. Nunca hubiera imaginado lo difícil que es escribirle algo a alguien que ya no está. Pese a mi ateísmo acérrimo, algo dentro de mi alberga la esperanza de que estás escuchándome, o si no, carecería de sentido redactar éstas líneas, que siento que te debo, para sentirme en paz conmigo misma.
Siento no haber acudido a ti más a menudo. También siento no haberte conocido, no como se conoce a las personas que la vida te va poniendo delante, sino como se conoce a un amigo. Siento mucho haberme comportado así aquella noche… aunque ¿Qué típico, no? Cuando alguien se muere florecen las culpabilidades, los “ojalá”, los “y si” y demás muletillas que tacharía sin vacilar de hipócritas. Pero ya es demasiado tarde para rectificar. Eso sí, no solo voy a quejarme y a lamentar mi actitud, porque no sirve de nada y porque lo pasado, pasado está. Quiero hablar del presente, de tu presente. Aunque no estés corpóreamente, sigues aquí. Todos te recuerdan como lo que te ganaste, un buen hombre, generoso, bondadoso…y lo mejor de todo es que esa idea surge del corazón de los que te conocieron, y no de la absurda tendencia que tienen todos a idealizar a los que se han ido. También yo te veo así, porque no se te pudo ver de otra manera, y siempre te recordaré por esa forma tuya de actuar con generosidad y bondad.
Sabes…me gustaría que a mí también llegaran a recordarme así cuando me vaya, pero creo que mi alma se compone de piezas más oscuras que las que componían la tuya, y por mucho que me empeñase, nunca lo lograría. Envidio mucho lo que ha quedado de ti aquí en la hipócrita y banal tierra, y me enorgullezco aún más de tener en mis venas algo de eso. Sigo sin entender del todo bien por qué te fuiste, por qué así, pero me alegro de que dejaras de sufrir toda aquella tortura que llevaba, a más o a menos velocidad, irremediablemente a la oscura callejuela sin salida. Sin duda no merecías eso, pero nadie dijo nunca que la vida fuese justa. Perdóname por las cosas que no te dije, por lo que hice, por no conocerte mejor. No voy a olvidar nunca tu sonrisa, ni tu brillo en los ojos, ni tus manos…
Te quiero mucho, yayo.
Rakel

No hay comentarios:
Publicar un comentario